Existen miles de formas de colaborar con nuestro planeta, pues son
muchas las áreas en las que las prácticas irresponsables de la sociedad
han creado hábitos destructivos hacia la madre tierra. Pero en un mundo
en donde la información vuela a nuestros oídos por múltiples vías, se
hace cada vez más difícil hacer la vista gorda y no reflexionar en las
acciones que forman parte de nuestra cotidianidad y que afectan
directamente nuestro entorno.
Uno de los hábitos
destructivos más comunes en nuestra sociedad gira en torno al manejo de
los desechos que producimos. Entre la invisibilización de las
trayectorias de los productos de consumo y la falta de educación y
conocimiento de las consecuencias de su disposición en el ciclo de uso,
hemos permitido que el día a día, y el mañana, se hundan cada vez más
en un mar de basura sin orillas. Y son precisamente nuestros mares,
nuestra agua, una de las bendiciones más afectadas por nuestros actos no
pensados.
La contaminación de los ríos y mares está llegando a niveles sin
precedente, generando consecuencias para todos en este globo de más de
70% de agua. No sólo nos encontramos con altas estadísticas para
enfermedades trasmitidas por el agua contaminada como la malaria, sino
también problemas como la enfermedad de los sistemas de corales del
Caribe, la acidificación de los mares, la muerte y posible extinción de
especies marinas, por mencionar algunas de las devastadoras
consecuencias.
Si a esta realidad le
añadimos las terribles sequías de algunas zonas generadas por el cambio
climático nos encontramos con un panorama en el que el agua potable es
cada vez más escaza. Las estadísticas de estudios de la ONU concluyen
que “cada 15 segundos muere un niño por falta de agua potable”. El agua
es un elemento vital en el planeta, es importante poder ser conscientes
de cómo nuestras acciones afectan, no solo a nosotros mismos como
especie, sino también a animales, plantas, ecosistema, al equilibrio
mismo del planeta que nos da hogar.
Uno de los desechos de consumo que necesita ser abordado con urgencia es el aceite de uso doméstico.
El mal manejo de este desecho, es decir, verterlo por el desagüe al
terminar de freír los alimentos acarrea consecuencias negativas a
pequeña y gran escala. La mayor y más importante de sus consecuencias es
que un solo litro de aceite de cocina es capaz de contaminar mil litros de agua.
Cada gota de aceite que vertemos en el lavaplatos contribuye a la
destrucción del equilibrio vital del ecosistema al que pertenecemos. Si
el aceite llega a los ríos incrementa su carga orgánica contaminante,
llegando a formar capas en la superficie del agua que impiden el paso
del oxígeno, y con ello, el desarrollo de la vida acuática. Además,
antes de llegar a los ríos genera varios daños en los sistemas de
desagüe. El aceite va obstruyendo y dañando las rejillas y tuberías, lo
cual aumenta la necesidad de realizar mantenimientos y de reemplazar
piezas con mayor frecuencia. Los sistemas de recuperación y tratamiento
de aguas residuales también se ven afectados en gran manera,
incrementando también los costos de mantenimiento y reparación de los
mismos. En su trayecto de contaminación el aceite produce malos olores y
contribuye a la reproducción de ratas y cucarachas.
Todos esos daños que genera el aceite de desecho se pueden evitar de diversas formas, desde su recolección en un envase para disponerlo como desecho sólido en la basura hasta el reciclaje a
nivel personal, comunal o industrial. A nivel industrial el aceite
puede ser transformado en biodiesel o utilizado en la elaboración de
barnices, pinturas, velas, detergentes, ceras, jabones, etc. A escala
comunal se pueden desarrollar proyectos de recolección y reciclaje del
aceite de desecho, y reciclarlo a un nivel semi-industrial o artesanal
según la organización de la comunidad. A nivel personal se pueden
realizar productos artesanales y ecológicos como la elaboración de
jabones con soda cáustica o lejía.
Te invito a tomar parte
en la concientización de la disposición de los desechos que producimos.
Observa, investiga, reflexiona, comparte y actúa, en las manos de cada
uno de nosotros esta la posibilidad del cambio de la sociedad. Para
empezar solo tienes que agarrar una botella usada y en vez de tirarla a
la basura ponla en tu cocina, cada vez que cocines y queden
restos de aceite en la sartén, deja que se enfríe y luego lo pones en la botella. Al llenarse puedes llevarlo al punto de recolección más cercano a ti.
Si además de adoptar esta
práctica ecológica, y compartirla con tus amigos, quieres ir un poco más
allá y hacer más para colaborar tienes varias alternativas. Puedes
empezar a fabricar tus propios jabones de reciclaje, no hay muchos
cursos en nuestro país pero internet es un buen aliado para el
autodidacta. También puedes participar en campañas de recolección como esta, y así donar tus potes de aceite de
desecho, con los que se realizarán jabones biodegradables y de bajo
costo, para seguir impulsando la consciencia ecológica en nuestro país.
Empieza
a recolectar tu aceite usado, cuéntales a tus vecinos, familiares y
amigos, podrás llevarlo a los sitios de recolección fijos y los que se
dispongan para ello en los eventos y actividades ecológicas que se
realizan en tu ciudad. Hagamos de la comunidad virtual una
herramienta de crecimiento que nos ayude a hacer cambios en la comunidad
real.
Si quieres involucrarte y colaborar más con esta campaña muchas ayudas son bienvenidas, comunícate al correo kaminodeestrellas@gmail.com, estaremos agradecidos.
kAlia Izquierdo
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